Y, precisamente en ese instante salió la propietaria, vestida con un abrigo de astracán que le cubría casi todo el cuerpo, desde el cuello hasta la altura de los tobillos.
Dalí, iracundo, vuelca la bañera de astracán llena de agua y la lanza contra los cristales del escaparate produciendo un gran estrépito y un notable destrozo.
Por último, para la noche se apuesta por la sofisticación a través de tejidos románticos de gasa entrelazada a mano, blonda, astracán y exclusivos bordados.